Cerca de 100 personas se sumaron a un nuevo conversatorio organizado por la Fundación para visibilizar y abordar la realidad que viven miles de personas en Chile como cuidadores de otros y otras, que presentan dependencia física por diversos motivos.

“Yo partí cuidando a mi suegro muy poquito después de haberme casado a los 33 años, y hoy cuido a mi mamá y a un tío, a quien su hijo abandonó. Y lo que me nace para cuidar a otro es más que vocación, es amor. Es pensar que nuestros padres dieron lo mejor por nosotros para ser quienes somos y nadie marece ser abandonado. Ese abandono que también veo en muchos adultos mayores de la comuna, y que uno no puede creer que exista porque es dramático”, contó Patricia Moya, para explicar cómo ha sido su experiencia como cuidadora.

Si historia también se relaciona con lo que planteó la psicóloga y master en psicogerontología, Agnieszka Bozanik, quien en su presentación fue dando cuenta cómo el rol de cuidador lo ejercen en su gran mayoría mujeres, quienes deben dejar de trabajar, muchas veces socializar y sentir los efectos y el impacto físico, emocional, psicológico y económico que genera asumir esta labor 24/7. “En una mirada de perspectiva de género lo masculino está asociado a lo productivo y lo femenino a lo asistencial” enfatizó. Esto explica que se considere “natural” que sea una mujer de la familia la que deba abordar estas necesidades.

En este mismo sentido, Mariela Serey, creadora de la Fundadora y Presidenta de la Asociación Yo Cuido, contó como ella tuvo que cambiar su vida por completo para hacerse cargo de su hija. “La realidad de quienes cuidamos a otros es que estamos todo el tiempo confinados y este es un trabajo muy feminizado. Nosotras vivimos siempre aisladas y sin apoyo”.

Al finalizar hubo espacio para compartir experiencias, preguntas y agradecer la posibilidad de conversar sobre estos temas. Mirar de cerca qué significa la realidad que viven miles de personas en el país y los desafíos que esto nos plantea como sociedad hoy y para el futuro.