Agosto 2020
Muchas son las preguntas y búsquedas que nos han surgido en estos cuatro meses de pandemia en relación a cómo responder de la mejor manera a los niños y niñas de nuestro jardín infantil y a sus familias. Más allá de constatar que el contexto para educar cambió radicalmente –qué duda cabe– en este tiempo hemos transitado desde el desconcierto inicial a algunas certezas y descubrimientos.
Una de las certezas que se evidencian es la inequidad y condiciones adversas con que las familias de comunas como Cerro Navia, han debido enfrentar este tiempo, incluidos el cuidado, alimentación y labores educativas de los niños y niñas. Hace unas semanas, una encuesta realizada por nuestro jardín, nos mostraba la crudeza de la situación: más del 60% de las familias se encuentra dentro del 40% de los hogares más vulnerables, muchas en condiciones de hacinamiento; el 40 % vive de allegada y el 14 % vive en campamentos. Asimismo, la mayoría de los niños y niñas comparte cama con algún adulto o hermano; el 30% está al cuidado de una persona mayor con enfermedades crónicas.Actualmente el 60% de los jefes y jefas de hogar está cesante y un 30% de los niños y niñas vive con algún familiar que mantiene consumo de drogas o alcohol. Alrededor de un 60% de familias vive episodios de violencia intrafamiliar (psicológica y física).
Esto devela una realidad, pero no toda la complejidad y riqueza que podemos encontrar en ella. En estos cuatro meses de pandemia, además de convivir con esta dura situación, también hemos ido aprendiendo en conjunto con las familias y los niños y niñas, que podemos acompañarnos, que poniendo algunos medios, es posible trabajar en conjunto y colaborativamente. Hemos visto familias interesadas y motivadas por trabajar por el bienestar de los niños y niñas y agradecidas de nuestro compromiso y presencia, aunque sea virtual. Gracias a las llamadas telefónicas permanentes de las educadoras, a las cápsulas de experiencias, a la entrega de sets de materiales, canastas de alimentos y otras tantas iniciativas, reconocemos un círculo virtuoso que nos ha llevado a construir comunidad, más allá del distanciamiento físico.
Sabemos que como nosotros, hay muchos otros jardines con equipos educativos comprometidos que con creatividad están buscando favorecer el desarrollo integral de niños y niñas. Pero estas iniciativas cuando quedan en el plano sólo de lo particular son insuficientes. Por eso acogemos la idea propuesta por el grupo de académicas encabezado por Victoria Peralta (Premio Nacional de Educación) de contar con una mesa de trabajo técnico-educativa que ponga a los niños y niñas al centro y construya políticas para una educación “con visón sistémica, integrada y humanizadora” para estos nuevos tiempos.
Las instituciones de la sociedad civil hemos podido creativamente acompañar a las familias en el desarrollo de los niños y niñas, lo que ha implicado también acudir a la “caridad”, generando en ocasiones, una desafortunada “competencia” publicitaria, dado que los recursos del Estado asignados para la primera infancia no son suficientes.
Anhelamos que una vez pasada la pandemia, seamos capaces de encontrar colaborativamente, estrategias y soluciones distintas, que superen la situación de pobreza del territorio. Nos interpela renovar el compromiso urgente por la justicia y la dignidad, promoviendo los derechos de las personas, en este caso de los niños y niñas de nuestras poblaciones.
Tal como ayer el Padre Hurtado recogía niños en el río Mapocho, Don EnriqueAlvear inspira hoy a la Fundación a seguir acompañando y sirviendo a los niños y niñas de esta comuna bañada por ese mismo río. La situación es distinta, pero la misión continúa: con la esperanza de tener un país más justo, ayudar a combatir la pobreza que esta pandemia ha vuelto a mostrar con toda su crudeza.
Texto escrito por Claudia Álvarez Huitrayao, Subdirectora Educación Cerro Navia Joven
*Con colaboración de Niniza Krstulovic Matte, Directora Ejecutiva Cerro Navia Joven.