Primera Semejanza y Diferencia
Nuestro inspirador, Don Enrique Alvear
A él le toco vivir en plena dictadura, nosotros estamos en democracia (imperfecta, en transición, con sistema binominal, pero ya no está la Dina, ni los detenidos desaparecidos, ni los estados de sitio, ni papa mono). A él le toco literalmente, como lo recordó Fernando Tapia el día de la inauguración del Colegio, recoger cadáveres del río Mapocho, cuando la Odil, religiosa francesa, que le aviso… que venían rió abajo. O cuando detuvieron a una persona que trabajaba en la Vicaria y sabiendo que estaba en Barros Borgoño, un centro de detención y de torturas de miedo, fue hasta allá, toco el timbre y pidió permiso, con toda amabilidad para pasar a ver a una persona que tenían detenida. Fue tal el desconcierto, ante esa mezcla de mansedumbre y valentía que desconcertados lo hicieron pasar, y pudo visitar a la detenida. Que ganas de tener esa valentía, esa determinación, esa convicción y rectitud, y al mismo tiempo esa paciencia, esa sencillez, esa bondad. “Mansos como palomas y astutos como serpientes”, como dice Jesús. Caminando en medio de lobos, sin miedo, sin achicarse y al mismo tiempo sin prepotencia.
Don Enrique es nuestro patrono porque nos gustaría en esto ser como él: enfrentar los problemas, con determinación y valentía, sin achicarnos y al mismo tiempo hacerlo con calma, con paciencia, esperando lo mejor del otro, provocando la bondad que hay en el otro. Pero si no somos capaces de hacerlo, los patronos sirven no solo de ejemplos para imitar, sino también de inspiradores a los que se les pide que nos regale su espíritu, que nos alcance esta gracia. Son también protectores a los que podemos acudir para que nos consiga el Espíritu del Resucitado, el espíritu que queremos nos anime y anime a la Fundación.
Lo que él vivió en tiempos duros de dictadura queremos vivirlo nosotros hoy en tiempos de democracia incompleta, con tantos motivos para indignarnos, para protestar, con tanta desigualdad, exclusión, tanta pobreza y vulnerabilidad que tenemos que enfrentar con valentía y también con bondad y mansedumbre.